A veces, la vida es un poco caprichosa. Cuando quiere te da toda la felicidad que deseas, y al instante siguiente te lanza todas las desgracias posibles. Muchas otras veces, la vida es todo felicidad. Nada te hace daño, nada se interpone en tu camino. Es una vida perfecta. La vida que todo el mundo desearía vivir, pero qué solo unos pocos con suerte consiguen. En esta opción, todo es felicidad, alegría y cero sufrimiento. Pero, como todo, la otra cara de la moneda suele ser espeluznante. Sólo unos pocos viven un vida perfecta, maravillosa; otra gran cantidad de personas viven rodeados de una desgracia constante, de una negrura impenetrable. Son aquellas personas que pierden la capacidad de sorprenderse. Encuentran muchos obstáculos a lo largo del viaje sin retorno que es la vida, pero nada los detiene, nada puede derribarlos. Cuando vives rodeada de desgracias, aprendes a vivir la vida tal y como se te presenta, sin esperar nada bueno de ella porque, si te esperas cosas buenas, después el palo que te llevas es mayor. Aunque hay ocasiones en las que no puedes evitar esperar cosas buenas de ciertas personas. En ocasiones, piensas que, por fin, has encontrado a ese amigo o amiga de verdad. Pero la vida es traicionera, y hace que esos "amigos" y "amigas" te den la puñalada por la espalda. La traición es como una puñalada helada, que al principio no duele, pero con el paso del tiempo duele como mil demonios. Es algo que nadie debería experimentar nunca, algo que no le desearía ni a mi peor enemigo.
Me gustaría poder vivir mi propia vida de ensueño pero, por desgracia, yo no estoy incluida en ese reducido grupo que goza de ese sueño maravilloso. Yo estoy incluida en el enorme grupo de personas que viven su propia pesadilla constante. No me puedo quejar mucho. Una se acostumbra a recibir palo tras palo, golpe tras golpe. Cuando pasa el tiempo, aprendes a afrontar los problemas de frente, echándole agallas al asunto, sin miedo... Pero no todas las personas lo consiguen, yo aún estoy esperando mi momento. Puede que no sea hoy ni mañana, pero el momento puede llegar en cualquier instante.
Aunque, también, hay veces en que el momento no llega nunca, y acabas llevándote a la tumba todos y cada uno de tus miedos y preocupaciones. Pero, ¿quién sabe? La vida es un simple juego de azar en el cuál no tienes ni idea de qué cartas te repartirán la próxima vez, o de si tendrás más o menos suerte la próxima vez que tires los dados. Porque la vida no es un Ipod en el cuál escoges la canción que más te guste; la vida es como una radio, nunca sabes qué canción será la siguiente. Por eso, tengo la esperanza de que, quizás algún día, tenga la posibilidad de ser feliz...
Quizás...Cuando pasen los años...
Bueno, solo añadir que este relato quiero dedicárselo a uno de mis mejores amigos, porque se que le gustó el relato cuando se lo enseñé fue el primero en leerlo y porque sé que le va a servir el consejo. No todos somos perfectos, pero eso es lo que nos hace ser perfectamente únicos.
¡Besitos!
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